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La Iberozona

La Iberozona: ¿Auténticos monstruos de río en España?

Escrito hace

10 meses

el

Jorge Lagranja Usán, biólogo de la Asociación Iberozoa.- Muchos de los peces más habituales de los ríos españoles, en contraposición al conocimiento de gran parte de la población, no son autóctonos de la península. La gran mayoría de las especies pesqueras continentales que aparecen en las cuencas hidrográficas ibéricas han sido introducidas artificialmente.

¿Qué ha supuesto que se hayan introducido especies foráneas?

La llegada de estas especies ha supuesto un gran impacto un gran impacto para las especies nativas de nuestros ríos, lagos y embalses. Las poblaciones de las especies autóctonas se han visto gravemente mermadas (barbo, trucha, esturión, anguila…), en gran medida, por la presión que ejercen estas especies, de las cuales vamos a hablar a continuación.

 ¿Cuáles son estas especies?

A continuación, vamos a dar un repaso de algunas de las especies más abundantes y relevantes de los ríos españoles, así como algunos apuntes acerca de su biología y ecología, y sus consecuencias ambientales y sociales principales. Empezamos, como no puede ser de otra manera, con el siluro (Silurus glanis), que todos conoceremos. Esta especie de pez gato se encuentra en las cuencas del Ebro y del Tajo principalmente, y otras cuencas mediterráneas o la del Guadalquivir. Actualmente tiene una expansión constante. Se trata de una especie nativa del Danubio, y extendida por buena parte de Europa.

¿Cuál fue el origen de esta introducción?

Introducido en 1974 por un biólogo alemán, y posteriormente introducido por pescadores deportivos. Es una de las especies más devastadoras de nuestros ríos, debido al gran tamaño que puede alcanzar y su voraz apetito.

Ejemplar de siluro, en comparación de tamaño con el cuerpo de una persona adulta.

El lucio (Esox lucius) es otra de las especies ampliamente distribuidas en la península, lo encontramos principalmente en las cuencas del Ebro, Tajo, Duero, Guadiana, Guadalquivir y algunas otras cuencas pequeñas. Nativo de América del Norte y norte de Europa, introducido en numerosos países para fomentar la pesca. Es una de las especies más habituales en ríos y embalses madrileños, generando un importante impacto en los ecosistemas cambiando las redes tróficas naturales a causa de su naturaleza depredadora.

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Ejemplar de lucio. Otra de las especies más conocidas es la carpa (Cyprinus carpio), cuya introducción se produjo anteriormente a las otras especies.

No se trata de un depredador, sino que es un pez de fondo que enturbia el agua y dificulta la vida de otras especies, cambiando notoriamente el medio. Será muy posiblemente la especie más extendida por la mano del hombre, desde hace mucho tiempo. Presente en numerosos embalses, ríos e incluso estanques artificiales, a modo de “ornamentación”

¿Estanques?¿De qué manera se utiliza para decorar este tipo de espacios?,

ya que se trata de un pez con unos rangos de condiciones de hábitat amplísimos, que casi con toda seguridad prosperará en cualquier tipo de ambiente.

Ejemplar de carpa barriendo el lecho del rio.

Para terminar con algunas de las especies más características, nos encontramos con el alburno (Alburnus alburnus). Al contrario que las otras especies mencionadas, es pez de pequeño tamaño, utilizado como cebo en algunas ocasiones, distribuido por la gran mayoría de las cuencas españolas. La rápida expansión es más que evidente. Alcanza densidades poblacionales muy altas, desplazando a otras especies de pequeño tamaño, como pez espinoso, madrillas o madrijas, estas últimas endémicas de los ríos Turia y Mijares.

Ejemplar de alburno en comparación con una mano humana.

Aún con todo, algo bueno tendrán que tener estas especies, ¿no?…

Aun con todo esto, la llegada de estas especies no supone una pérdida. A pesar de que han amenazado a muchas especies autóctonas, han supuesto una buena fuente de ingresos económicos para las comunidades autónomas. La pesca mueve grandes cantidades de dinero en forma de licencias y turismo pesquero. Quizás el embalse de Mequinenza es el ejemplo más icónico de esta actividad, donde llegan turistas de todo el mundo en busca de los siluros más grandes de Europa. En el caso de la Comunidad de Aragón, se estima que el turismo pesquero puede generar entre 30-35 millones de euros al año.

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Si tan beneficionas son económicamente, ¿por qué no introducir más?

No obstante, es importante enfatizar en la educación ambiental de la población y la concienciación. Esto es debido a que, a pesar de los esfuerzos de gobiernos autonómicos y confederaciones hidrográficas, los planes de gestión y control son a menudo ineficaces debido al avanzado estado de estas invasiones. Y aunque no podamos hacer mucho por remediar el daño a los ecosistemas, sí que debemos hacer lo posible para parar y prevenir nuevas invasiones, para proteger nuestra fauna y nuestros ecosistemas.

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