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La Iberozona: Cangrejo americano, la muerte viste de rojo

Escrito hace

2 años

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Asociación Iberozoa Lo que con buena intención se introdujo en Europa alrededor de los años setenta, hoy en día se ha convertido en una de las especies más lesivas para la biodiversidad ibérica. Incluso en Madrid norte, podemos encontrar a este organismo tan dañino. Hoy hablamos en la Iberozona del cangrejo rojo americano, internacionalmente conocido como Procambarus clarkii.

Contexto histórico

Originario del Golfo de México, hoy parece haber tomado casi todos los sistemas de agua dulce de muchos países de Europa. Su gran capacidad de adaptación y su rápido crecimiento hizo poner el foco de atención sobre este organismo respecto a su potencial explotación comercial y económica. Esto sucedió porque a finales del siglo XX no se le daba demasiada importancia al efecto negativo de las especies invasoras. Y parecía una buena idea suplir la falta de cangrejo autóctono con otro exótico. Esta especie era más agresiva, voraz y tolerante a las diferentes condiciones ambientales, por lo que desplazó enormemente a endemismos ibéricos. Entre ellos a nuestro cangrejo Austropotamobius pallipes, tan valorado por su sabor único.

Hace unas décadas, era un ingrediente frecuente y preciado en una inmensa diversidad de localidades españolas, ahora su consumo queda prohibido por encontrarse en peligro de extinción en muchas comunidades autónomas, dando pie a eventos de furtivismo en ciertos puntos de España. Para los pescadores el sabor del cangrejo autóctono era “algo especial”, y reconocen que el sabor del cangrejo rojo americano dista mucho de parecérsele. El cangrejo tuvo tanta influencia en la cultura, que incluso en una localidad de la provincia de Palencia, en Herrera del Pisuerga, se realiza un festival llamado Festival de Exaltación del Cangrejo de Río.

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¿Qué hace al cangrejo rojo tan perjudicial?

P. clarkii es considerado como un gran depredador de otros vertebrados acuáticos como anfibios y peces. Pero no fue la usurpación del nicho lo que consiguió mermar las poblaciones del cangrejo autóctono. Cuando se introdujo en Europa, se ignoraba por completo el hecho de que este cangrejo no viajaba solo, si no que llevaba consigo un polizón. Este polizón era un hongo patógeno conocido como Aphanomyces astaci, causante de la afanomicosis. Este hongo conseguía penetrar en las cutículas no esclerotizadas de los cangrejos y se desarrollaba en el interior del organismo, causando una muerte del 100% de los cangrejos autóctonos infectados. Pero, ¿cómo era posible que no afectase a los portadores? Los cangrejos americanos, al haber coevolucionado con este hongo, habían desarrollado una respuesta eficaz a la infección bloqueando el crecimiento del hongo con acumulaciones de melanina.

¿Hay esperanza?

Se considera que todos los individuos de P. clarkii son portadores del hongo, por lo que allá donde encontremos esta especie, no encontraremos a A. pallipes. Se trata por tanto de un caso complejo con difícil solución, pues el hongo se transmite por el agua. P. clarkii es el principal cangrejo invasor, pero en España también podemos encontrar a otras especies exóticas como el cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus), el yabby (Cherax destructor), o Faxonius limosus.

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La mejor solución

Con esto tenemos una valiosa lección que aprender, introducir especies exóticas puede parecer buena idea. Pero si no queremos acabar con los ecosistemas, la mejor solución es prevenir la entrada. Una vez introducida la invasora, la innovación y la inversión en investigación serán las únicas que nos podrán ayudar a hacerles frente.

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