La Iberozona: Los vencejos, los eternos voladores

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RedacciónIrene Fernández, de ‘Curioseando El Mundo’ – El vencejo común (Apus apus) pertenece a la familia Apodidae. Aunque se parece a las golondrinas en realidad no están emparentados. Miden unos 15 cm de longitud y de punta a punta de sus alas desplegadas unos 50 cm. Pesan entre 35 y 50 gramos.
Dónde encontramos el vencejo, cría y longevidad
El vencejo común se encuentra distribuido por África y Eurasia.
Se trata de una especie migradora: se reproduce y pasa los meses de más calor en Europa, Asia y norte de África y migra al centro y sur de África en los meses más fríos.
Se reproducen una vez al año y ponen una única puesta de 2 a 3 huevos, que los incuban de 19 a 21 días.
Las crías abandonan el nido entre los 35 a 59 días de la eclosión.
Los vencejos comunes pueden llegar a tener una esperanza de vida de hasta 20 años e incluso superarlo, sobre todo cuando se tratan de ejemplares en cautiverio y que no les falta ni alimentación ni ningún tipo de cuidado.
Aunque de media en libertad viven unos 12 años, algo que sigue siendo sorprendente para un ave tan pequeña, ya que por ejemplo, los gorriones tienen una esperanza de vida de unos 5 años.

2 años en vuelo, hasta 170km/h
Son capaces de alcanzar los 170 kilómetros por hora y es una de las aves que más tiempo pasa en vuelo por lo que están perfectamente adaptadas a este medio.
Pasan la mayor parte de su vida en el aire, pudiendo estar hasta 2 años volando sin parar, que corresponde a la edad en la que alcanzan su edad reproductiva.
Prácticamente se posan solo para criar, mientras que realizan toda su vida en el aire: se alimentan, duermen y hasta copulan en pleno vuelo.
El que pasen tanto tiempo en vuelo hace que sean poco alcanzables por los depredadores, siendo sus pocos depredadores algunas aves rapaces.
Esto podría explicar también el por qué la esperanza de vida de los vencejos es tan alta.
Alimentación
Los vencejos comunes son animales insectívoros y se alimentan de todo tipo de larvas e insectos de pequeño tamaño tanto de crías como de adultos.
Como dato curioso, los vencejos comunes, junto con los aviones comunes y las golondrinas que forman parte del grupo de los tres “Mosquiteros”, son unos perfectos insecticidas naturales. Cada vencejo es capaz de comer 800 insectos diarios, y si hablamos de una pareja con 3 o 4 pollos las capturas pueden aumentar considerablemente.
Por tanto, proteger a estas aves y sus lugares de nidificación puede reducir las poblaciones de mosquitos y otros insectos que tanto nos molestan en verano sin necesidad de usar productos químicos que contaminen el medio ambiente.
El vencejo no se encuentra en peligro de extinción actualmente, pero sí es cierto que en los últimos años la población se ha reducido drásticamente, principalmente por culpa del aumento de las temperaturas, el uso indiscriminado de plaguicidas y la disminución de las cavidades en los edificios para anidar.
El suelo, su punto débil
El que estén tan adaptadas al vuelo, hace que estos animales sean muy vulnerables en el suelo. Tienen las alas muy largas con respecto a su cuerpo y las patas muy cortas, lo que provoca que, si un individuo toca el suelo, le es muy complicado volver a alzar el vuelo.
Necesita encontrarse en una zona algo elevada y despejada para poder remontar el vuelo. Esto provoca, que en las épocas de temperaturas más altas sea común ver vencejos por el suelo, tanto adultos que se han desorientado, como pollos que se han tirado antes de tiempo del nido huyendo del calor.
Si nos encontramos un vencejo
Muchas personas, al encontrarse un vencejo en el suelo, tienden a llevarlo a un centro de recuperación de fauna salvaje pensando que están enfermos o les pasa algo al no poder volar, lo que provoca una saturación de los centros.
Sin embargo, que nos encontremos un adulto en el suelo, no siempre quiere decir que le pase algo malo. Antes de tomar la acción de llevarlo a un centro de recuperación de fauna, hay que comprobar si realmente necesita atención veterinaria.
Para ello, tenemos que crearle una “pista de despegue”. ¿Cómo haremos eso? Podemos posarle sobre un muro a cierta altura para que él solo pueda tirarse (no muy alto para que no se haga daño en caso de que realmente no pueda volar), o, en caso de no haber un muro cerca, podemos usar nuestras manos.
Cogemos al animal con cuidado con las dos manos, lo alzamos a la altura de nuestra cabeza y colocamos nuestras manos como una bandeja. Dejamos que el animal se lance solo. No hay que forzarlo ni lanzarle.
Si no alzara el vuelo por sí solo o lo intenta pero vuelve a tocar el suelo, entonces es que realmente le pasa algo.
Podemos optar por darle un poquito de agua, por si acaso solo estuviera deshidratado. Para ello le ponemos pequeñas gotas en la comisura del pico con la yema de los dedos.
Nunca hay que mojar al animal, ya que su temperatura corporal es de unos 42 grados y si se la bajamos, puede tener una hipotermia. Si aun así sigue sin alzar el vuelo, entonces ya podemos llevarle a un centro de recuperación de fauna para que le revisen.

Si nos encontramos un pollo o volantón, la situación cambia. Muchas especies de aves, cuando un pollo se cae del nido, los adultos lo siguen alimentando desde el suelo, pero en el vencejo esto no ocurre, ya que, como estamos comentando anteriormente, si un adulto baja a tierra, luego le va a ser muy difícil volver a levantar el vuelo, por lo que el pollo no tiene muchas posibilidades de sobrevivir si no terminó de desarrollarse.
Es por ello, que si encontramos un pollo de vencejo en el suelo, es imprescindible llevarlo a un centro de recuperación de fauna para que terminen de criarle para su posterior liberación. Sin embargo, en esta época, muchos centros se saturan por la enorme cantidad de ingresos que tienen, por lo que es probable que no encontremos un centro que lo pueda aceptar.
¿Qué hacemos en este caso? Terminar de criarlo nosotros.
Lo bueno de los vencejos es que son moderadamente fáciles de cuidar y apenas tienen problemas de impronta, es decir, que no se apagarán a nosotros, lo que hace más fácil su posterior liberación y adaptación al medio.
¿Cómo los criamos?
Para empezar hay que ponerlo en una cajita de cartón con agujeros y con papel en la base para poder cambiarlo cuando defeque. Solo tendremos contacto con el animal cuando haya que alimentarlo o limpiarle la caja.
Son insectívoros por lo que hay que alimentarlos solo con insectos. Lo más fácil de encontrar son tenebrios, grillos o larvas de mosca. La cantidad y las tomas por día dependen de la edad del individuo, aunque de media se da unos 15 grillos o 30 tenebrios cada 3 o 4 horas aproximadamente.
Se los daremos con unas pinzas de plástico redondeadas. Si no abre el pico, hay que abrírselo con cuidado e introducir las pinzas hasta el final de la garganta.
Sabremos que están listos para volar cuando ya tienen todas las plumas formadas y las alas son más largas que la cola. Hay que soltarlos a primera hora de la mañana en una zona amplia y despejada.
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