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La Iberozona

La Iberozona: de Apellido, ápodo: Lagartos sin patas

Escrito hace

2 años

el

Antonio Martín, Asociación Iberozoa –  Saltamontes asesinos, gallipatos extraterrestres, salamanquesas antimosquitos, medusas con armamento balístico… A estas alturas ya no es novedad que en la Iberozona hablemos de los bichos más raros que nos podemos encontrar en el campo. De hecho, no hace mucho hablamos de milpiés y ciempiés, invertebrados que si bien no alcanzaban esas cifras en sus extremidades sin duda contaban con decenas de ellas… Pero del mismo modo que estos animales aumentan su número de patas, hay otros cuya estrategia ha sido perderlas. ¿Cómo puede ser esto una ventaja?

Se suele decir que los biólogos podemos ser de bata o de bota. Bueno, pues dentro de los de bota también hay otra división, los que miran hacia arriba (para ver aves9 y los que miran hacia abajo (plantas, insectos, rastreo, bichos…) . Para poder observar alguno de los animales de los que vamos a hablar hoy, debes ser de esos últimos, ya que por su biología son muy difíciles de ver.

Con un ejemplo se entiende mejor. Veamos esta primera imagen, ¿es una lombriz? No, ¡es una serpiente! Pues no, es un lagarto. Concretamente un lagarto ápodo, es decir sin patas, llamado culebrilla ciega (Blanus rufus). Esa similitud con una lombriz no es casualidad, ya que al igual que ellas está adaptada a la vida subterránea, la razón principal por la cual ha perdido sus extremidades y ha “anillado” su cuerpo, para poder avanzar bajo tierra desplazando poco a poco los distintos segmentos de su cuerpo. En un primer vistazo puedes confundirlas, de hecho ayer mismo me contaron una anécdota de un pescador que preparó un cebo con una de estas pensando que era una lombriz, pero no olvidemos que al ser un reptil la culebrilla ciega es un vertebrado, tiene escamas, una boca con dientes y unos pequeños ojos muy atrofiados. De hecho pertenece a un grupo llamado anfisbénidos, muy emparentado con los lagartos y lagartijas a las que estamos acostumbrados, más incluso que a las serpientes. Su cráneo es literalmente como la cabeza de alien, ya que cumple la función de un ariete que abre paso por el suelo. Su vida es muy sencilla: excavar galerías para comer hormigas y otros invertebrados que se ocultan bajo las rocas mientras absorbe el calor sin necesidad de tomar el sol, únicamente por estar en contacto con las rocas bajo las que se refugia (lo que se denomina tigmotermia). Por ello, a pesar de ser abundante, es un animal que seguramente jamás llegues a ver, aunque a veces salen a dar algún paseo. 

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Perder o reducir las extremidades es una tendencia muy frecuente en los reptiles y ha ocurrido varias veces de forma independiente. La pérdida de extremidades y el alargamiento del cuerpo ayudan al animal a deslizarse entre la arena, la hojarasca o la hierba, por lo que distintos grupos han ido desarrollando esta adaptación para distintos hábitats a lo largo de la evolución. ¿Os acordáis del programa de las salamanquesas, en el que hablamos de cómo usaban sus patas para trepar por las paredes? Pues esta tendencia llega a ser tan extrema que hasta algunas especies de geckos han perdido las patas. En España esto se traduce en 2 tipos más de lagartos con estas características: los eslizones y los luciones. 

Los luciones pertenecen a la familia de los ánguidos, como su nombre indica tienen un parecido más que razonable con las anguilas, ya que tampoco tienen patas. En algunos sitios son conocidos como lagartos de cristal, ya que no olvidemos que son lagartos, y al igual que explicamos en otro programa anterior son capaces de desprenderse de la cola, solo que en este caso es incluso más drástico, ya que parece que el animal se ha partido en dos y dan sensación de fragilidad. Por eso su nombre científico es Anguis fragilis. Son frecuentes en el Norte de la Península y en Europa, pero en Madrid están a punto de considerarse extintos, ya que no se avista ningún ejemplar desde hace más de 30 años.

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Por último, los que tenemos más posibilidades de encontrar son los eslizones, los cuales aún conservan unas pequeñas patas reducidas. En función del número de dedos sabremos si estamos ante un eslizón tridáctilo (Chalcides striatus, 3 dedos como su nombre indica) o un eslizón ibérico (Chalcides bedriagai, 5 dedos). El brillo de sus escamas lisas y la rapidez con la que se mueven a pesar de tener patas diminutas les hacen parecer una centella nadando entre la hierba. Una de las mejores formas para diferenciar un lagarto sin patas de una serpiente es fijaros en si tienen párpados: los lagartos sí los tienen, pero las serpientes no, de hecho tienen una escama llamada escama ocular que protege su ojo y mudan junto al resto del cuerpo.

Por desgracia y al igual que ocurre con las serpientes, nuestra manera de interaccionar con estos animales que nos resultan extraños suele ser negativa. Ahora los conoces y además sabes que son inofensivos, así que la próxima vez que veas uno de estos reptiles, ¡no metas la pata!

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