La Iberozona: La Cabra Montés

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Asociación Iberozoa – La cabra montés, es un endemismo de la Península Ibérica, es decir, que solamente se encuentra en nuestra región. Ya durante el Paleolítico y Neolítico esta especie era abundante y ocupaba casi toda la península Ibérica. Aunque hoy en día sea un animal fácil de ver allí donde existe, a principios del siglo XX estuvo al borde de la extinción debido a la caza. Sobrevivió gracias a su papel como especie de interés cinegético en Cotos y reservas de caza, como en Gredos.
Actualmente, se distribuye por las principales cordilleras del este y sur peninsular, desde donde se han producido una serie de colonizaciones, reintroducciones o sueltas, en distintas cadenas montañosas, que han facilitado su expansión.
Breve repaso a la biología de la cabra montés
En primer lugar, lo que más llama la atención a simple vista es la diferencia entre machos y hembras, lo que en biología se conoce como “dimorfismo sexual”. Los machos son de media bastante más grandes, de pelaje más oscuro y con cuernos mayores que las hembras. Una hembra adulta puede pesar unos 35kg y tener unos cuernos de 15cm de largo. Sin embargo, ¡un macho adulto puede llegar a pesar 100 kilos y tener cuernos de 60 a 90 cm!
Aunque pueda parecer que la cabra montés vive únicamente en altas montañas, nada más lejos de la realidad. Este animal necesita un sustrato rocoso y puede distribuirse desde los 200-300m hasta más arriba de los 3000. Además, tampoco creáis que son muy exigentes a la hora de comer. Comen una gran variedad de especies, tanto de hierbas como de árboles. En invierno, como la disponibilidad de alimento es menor, comerán aquello que pillen. En primavera y verano coincidiendo con la explosión de las plantas se alimentarán de un mayor número de especies.
La cabra montés en Madrid
Como hablamos antes, a principios del S.XX la cabra montés desapareció de multitud de lugares. Y no fue hasta 1989 cuando fue reintroducida en Madrid, concretamente en el PN de la Sierra de Guadarrama, con ejemplares procedentes de Gredos. En total fueron traídas 67 cabras. ¿Cuántas crees que puede haber ahora, 30 años después? Así que ahora es un animal bastante fácil de ver en nuestra Comunidad. Desde Iberozoa hemos realizado unas jornadas de observación de este animal, aprovechando que en noviembre y diciembre y es el mejor momento para disfrutar de ellas.
¿Por qué es el momento idóneo? Pues debido a que el celo tiene lugar desde mediados de noviembre hasta enero aproximadamente. Durante el resto del año los machos forman grupos que se mueven de forma independiente a las agrupaciones de hembras y crías. Pero durante el celo estos grupos se fusionan ya que al tratarse de una especie polígama, los machos intentarán reproducirse con el mayor número de hembras posible. Este periodo es crítico para la supervivencia de los machos, ya que dedicarán mucho menos tiempo a comer y descansar para centrarse en el celo. Es en este momento cuando podemos ver y oír comportamientos increíbles.
Durante nuestras salidas de observación hemos visto como los machos tratan de seducir a las hembras. Esto lo hace inclinando el cuello hacia delante y moviéndoles la lengua, a modo de pedorreta, a las hembras. Cuando la hembra no quiere nada le dará un cabezazo suave al macho pero si se muestra abierta es cuando el macho la montará o tendrá lugar una batalla entre machos. Los machos durante el celo establecerán una jerarquía entre ellos, siendo los mas grandes y más agresivos los de mayor jerarquía. Y cuando hay conflicto de intereses es cuando tienen lugar estas impresionantes peleas entre dos o más machos. La pelea más asombrosa es cuando ambos contendientes se levantan sobre sus dos patas traseras y caen chocando los cuernos contra su adversario. Si hemos respetado su espacio podemos tener la suerte de presenciar estas peleas realmente cerca. Yo las he llegado a ver a menos de 10 de mí y es sorprendente el ruido que provocan los cuernos chocar.
Para terminar…
Me gustaría acabar recalcando que las cabra monteses son animales salvajes, y debemos respetar su espacio y tratar de minimizar molestias. Durante este mes he presenciado en varias ocasiones como hay personas que se han acercado corriendo y a gritos hacia estos animales provocando que huyeran. Pero lo más grave son los paseantes que llevan a sus perros sueltos aún estando prohibido y señalizado. Pues en hasta 3 ocasiones hemos visto como un perro trataba de atacar a un grupo de cabras provocando un estrés enorme que acabó en una estampida. Una de estas estampidas tuvo lugar hacia nuestra dirección y las cabras pasaron entre nosotros a toda velocidad y casi se llevan a alguna persona por delante.
Por ello desde aquí pido sentido común y respeto hacia la naturaleza a todos los que vamos a disfrutar de ella.