La Iberozona: la nutria, nuestra vecina ribereña

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Laura Martínez Torres, Asociación Iberozoa – Dando un paseo por la ribera del río te fijas en cómo bailan los carrizos, pero estos no lo hacen por el viento, sino porque entre la intrincada vegetación de ribera hay algo que se desplaza, cauteloso, pero al mismo tiempo olisqueando muy nervioso. Te acercas muy despacio, sin hacer ruido, y ves que se trata de un animal alargado que procura ocultarse mientras ingiere su presa, un cangrejo, pero ¡cuidado! Te ha visto y se ha vuelto a sumergir en el agua, dejando solo tras él un efímero rastro de burbujas. Te acabas de cruzar con nuestra ribereña vecina: la nutria (Lutra lutra). Y es que tenemos la gran suerte de poder disfrutar de este mamífero semiacuático en los ríos madrileños.
Este mamífero suele encontrarse en uniones de cursos de ríos, orillas con vegetación densa, zonas con muchas rocas y orificios, debajo de puentes… Pertenece al grupo de los mustélidos, pequeños carnívoros muy discretos como la garduña, el visón, la comadreja, el turón, el tejón y demás. Este grupo necesita un aporte energético mayor que otros carnívoros, pero la nutria, a su vez, necesita todavía más energía por el ambiente fluvial que frecuenta, debido a que pierde calor con el agua. Otros mamíferos de ambientes fríos como los cetáceos o las focas lo solucionan con una gran capa de grasa. Pero ¿te imaginas una nutria enorme como una bola flotando? Sería muchísimo más difícil para ella sumergirse y perseguir a sus escurridizas presas. Por ello, la evolución ha ido seleccionando otro tipo de adaptaciones mucho más eficientes para el ambiente en el que se encuentran.
Para minimizar la pérdida de calor poseen una capa gruesa de pelo fino que captura las burbujas de aire que hacen de aislante. También poseen adaptaciones morfológicas para ser unas espectaculares nadadoras. Por ejemplo, disponen de manos y pies palmeados, presentan los ojos, la nariz y los oídos formando una única línea en la parte alta del cráneo y un cuerpo aplanado y ancho, con una cola que hace de motor, pero cuyas extremidades le aportan estabilidad. Ni el mejor de los ingenieros pudo crear un diseño tan eficiente. Por eso pueden arquearse y desplazarse tan rápidamente dentro del agua. Pero, al contrario de lo que se piensa, también se desplazan muy bien por tierra firme, ya que están adaptadas a las fluctuaciones del ambiente y la heterogeneidad de los ríos. Son capaces de recorrer grandes distancias a saltos en condiciones de sequía o de ríos helados con el fin de buscar otra poza u otro orificio donde poder acceder al río en busca de alimento.
Las nutrias comen de todo excepto vegetales y carroña: capturan sobre todo peces, cangrejos e incluso anfibios, a los cuales despellejan para no ingerir sus toxinas, aunque no hacen ascos a ratones, pájaros, culebras e insectos. Como comenté anteriormente, necesitan mucha energía, por ello suelen buscar aquellas presas que le den más beneficio energético y cuya caza suponga menor esfuerzo. Por eso los peces son su presa preferida al ser más frecuentes y fáciles de digerir. Un aspecto positivo que destacar es que son buenas depredadoras de especies invasoras, llegando en algunos sitios a ser su dieta casi exclusiva. El cangrejo autóctono casi ha desaparecido de su dieta mientras que el rojo y el señal son especies predominantes; tanto es así que en algunas localidades la recuperación de la nutria se debe a su consumo de especies exóticas invasoras.
Otro factor muy importante que selecciona la nutria es la disponibilidad de refugio. Continuamente están amenazadas por humanos, perros y depredadores como el búho real, águilas, etc. Por tanto, necesitan lugares donde poder descansar y secarse, guarecerse y reproducirse. Antiguamente la nutria estuvo a punto de desaparecer por diversas causas, pero principalmente se debió a la contaminación y destrucción de su hábitat ribereño, su persecución, uso de sus pieles, entre otros motivos. Afortunadamente en los últimos años se ha visto un aumento considerable en sus poblaciones, tanto es así que ya no es complicado verla en núcleos urbanos, de hecho fue noticia reciente su presencia en Madrid Río.
Al igual que con otros carnívoros, debemos apostar por su coexistencia con el hombre y por la conservación de nuestros tan apreciados y cada vez más escasos ríos, el agua es fuente de vida. Poder salir a pasear y disfrutar del canto de las aves, la gran cantidad de plantas que los rodean y descubrir el gran pequeño mundo que se esconde tras ellas; y, por si fuera poco, tener la inmensa suerte de cruzarte con la nutria que, al ser tan complicada de ver, es casi una ilusión porque en cuanto ella te ve ¡zas! Ya no está. Es más, hay veces que nunca se dejan ver, pero a través de huellas y excrementos podemos detectar su presencia. ¿Cómo? Eso lo veremos otro día, por ahora centrémonos en cuidar nuestros ríos y la inmensa vida que albergan y, en consecuencia, también estaremos cuidando de nosotros mismos.
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