La Iberozona: Plantas bajo hielo, endemismos de Sierra Nevada

Escrito hace
2 añosel
Hoy seguimos con nuestro viaje al paraje más biodiverso de la Península, Sierra Nevada. Esta es la segunda parte de un programa que empezó explicando cómo el intercambio de especies con África y Europa y el levantamiento de la cordillera provocaron el aislamiento de sus especies no una, sino dos veces, dando origen a los endemismos: especies que únicamente se pueden encontrar allí en todo el mundo. ¿Cómo sobreviven estos linajes de plantas e insectos a la congelación año tras año? ¿Qué condiciones aguantan a 3000 metros de altura?. Esas son las respuestas que responderemos hoy conociendo a estas especies que atraen año tras año a cientos de turistas e investigadores.
Empezaremos con la botánica. Así para entrar en calor, literalmente, la mayoría de las especies florecen en tiempo récord durante el verano, captando nutrientes y asimilando sales en su cuerpo que disminuyen su temperatura de congelación, es decir, generan sus propios anticongelantes. En total 80 especies ostentan el título de endemismo nevadense, aunque sin duda la más conocida es la estrella de las nieves, Plantago nivalis. Si te has acercado al borde de las lagunas glaciares sabes de qué planta hablamos: una estrella de terciopelo que tapiza los pastos y el símbolo del sendero sulayr, la ruta que atraviesa toda la sierra. Es una planta perenne, así que pasa más de 8 meses sepultada bajo el hielo. Su floración está restringida a unos pocos días y su complexión compacta por estar pegada al suelo le hacen soportar fuertes ventiscas. Pero el frío no es el único factor climático peliagudo en las cumbres. Cuando llega el verano, sus característicos pelos la protegen de la radiación solar y la ayudan a retener el agua para impedir la evaporación. En apenas unos cm de suelo tenemos a una auténtica superviviente del compromiso térmico del invierno y del verano. Deciros que no hace falta irse a 3000 metros para ver plantas de este género: muchas son las que mal llamamos “malas yerbas” y se encuentran en nuestros jardines, otorgando propiedades medicinales o nutritivas.
Otra de las plantas más significativas es Arenaria tetraquetra amebilis, o como las llamo mi padre y yo, los cerebros, ya que su forma de cojín nos recuerda a este órgano. Esto no es casualidad: el mote de amebilis le viene por su capacidad para expandirse y crecer abrazando las rocas del substrato, como si de una ameba se tratara. Aparentemente es una planta feucha, pero cuando florece la cosa cambia. Y también cambia si te acercas lo suficiente como para apreciar la geometría de sus tallos y hojas, que se encuentran tan apelmazados que ofrecen una textura impenetrable. Esto además la protege frente a los herbívoros, ya que de hecho la superpoblación de cabra montés es uno de los principales problemas de conservación por el consumo excesivo y la nitrificación del suelo.
Hay que dejar una cosa clara: no por haber más nieve hace más frío. Bajo la nieve se genera una capa, un microclima que mantiene estable su temperatura a pesar del clima que haya fuera. 0 grados es frío por supuesto, pero en ningún momento se llega al extremo y las condiciones se mantienen estables. Esto no solo lo aprovechan las plantas: el topillo nival, endémico de Sierra Nevada, excava profundas galerías donde la temperatura se mantiene incluso más alta a pesar de tener 5 metros de nieve encima. Pero es que el ecosistema de debajo de la nieve sigue manteniendo su actividad, así que el topillo en vez de hibernar pasa todo el invierno en busca de hormigas y otros insectos que completan su desarrollo. Por
supuesto también hay especies que hibernan, el mejor ejemplo son los reptiles como la culebra lisa europea y la víbora hocicuda, que gracias a esa capa pueden pasar el invierno en la base de la compacta vegetación de alta montaña, como los piornos.
Pero el único problema no es el clima, ¿qué pasa con esos desniveles tan abruptos, y con que los glaciares erosionen y desplacen el substrato constantemente? Si echas raíces esto es un problema muy gordo. Pero las plantas también han conseguido conquistar estos entornos, hasta el punto de que a más de 3000 m el 80% son endemismos como Viola crassuscula, una auténtica joya adaptada a colonizar sustratos móviles y cambiantes, germina a la par que avanzan los terraplenes. Por supuesto las zonas con humedad monopolizan la abundancia de plantas, pero eso origina otro problema: la competencia feroz por la alimentación. ¿La solución? Comer otra cosa distinta. Esta es la adaptación que presenta Pinguicula nevadensis, una peculiar planta carnívora que atrapa mosquitos y garrapatas en sus hojas pegajosas, también endémica del macizo. Por último, la siempreviva de sierra nevada, Sempervivum minutum, una de las flores de la portada que hemos escogido, vive únicamente encajada en las grietas de las rocas. Se llama siempreviva porque sus roseta de hojas verdes y rosas siempre mantiene esos colores a pesar de las condiciones, atribuyéndosele propiedades místicas y por desgracia llevándola al límite por la recolección masiva, otra de las principales amenazas de estos seres.
Madre mía, querríamos haber cerrado la temática de los endemismos de Sierra Nevada con esta entrega, pero aún nos queda un grupo entero de animales: los insectos. Y si un grupo de seres vivos que ni siquiera es capaz de moverse han sido capaces de aguantar de esta forma… ¡Imaginaros lo que pueden hacer ellos, desde la centelleante mariposa conocida como la niña de Sierra Nevada hasta saltamontes con forma de morcilla que ponen huevos con agujas! Unas peculiaridades que, por desgracia, el cambio climático y las pistas de esquí comprometen día tras día, así que tendremos que ponernos serios y hablar también de las amenazas que sufren y su estado de conservación, que pende de un hilo. ¡Nos vemos el lunes que viene!
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