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La Iberozona: ¿Por qué el número de salamanquesas marcaba el precio de una posada?

Escrito hace

2 años

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Asociación Iberozoa.- Hoy vamos a hablar de los geckos, una de las familias de reptiles más primitivas de la península. Aunque más conocidos por esto lo son por sus capacidades de superhéroe: trepar por las paredes, camuflaje, visión nocturna… Cuando hablamos de ellos nos vienen a la cabeza especies exóticas como el gecko cola de hoja, el gecko leopardo o incluso rarezas del mundo animal como una especie capaz de soltar sus escamas para defenderse. En otros continentes viven en la arena de los desiertos, en la selva… pero aquí en las Penínsulas los tenemos en nuestras casas.

En Canarias hay varias especies y allí las llaman perenquenes, pero en la Península tenemos dos especies y las llamamos salamanquesas, que no salamandras. Muy importante distinguirlas, ya que las salamandras son anfibios de piel húmeda y colores vistosos negros y amarillos, dependen del agua para sobrevivir y viven en los arroyos de los bosques, algo que difiere mucho de nuestros amigos escamosos trepaparedes. Así que si os queréis hacer los listos, ya sabéis: salamandra y salamanquesa son dos animales distintos.

Salamanquesas ibéricas

Si veraneáis por la costa mediterránea veréis a la salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus), aunque allí convive con la salamanquesa común (Tarentola mauritanica) que está repartida por todo el territorio. Esta última es mucho más grande y tiene escamas pronunciadas que le dan una textura parecida a un cocodrilo, la salamanquesa rosada presenta ese color y tiene una piel traslúcida que incluso permite que visualicemos sus órganos. Pero la diferencia fundamental radica en las almohadillas que les ayudan a trepar de esa forma tan única: la salamanquesa rosada, Hemidactylus turcicus, hace honor a su nombre, ya que tiene las almohadillas divididas (hemi = mitad, dactylys = dedo), además presenta uñas en todos sus dedos; la salamanquesa común tiene las almohadillas enteras y uñas únicamente en su tercer y cuarto dedo. Esta diferencia se puede apreciar en el esquema de la imagen.

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Supervisión

Ya hemos aclarado el tema de las ventosas pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué algunos geckos tienen esos ojos tan peculiares? Lo primero que vemos es la pupila vertical con múltiples agujeros. Esta forma no es casualidad: la disposición de los agujeros y la poca superficie que ocupa una pupila vertical permite una expansión bestial en condiciones de poca luz, aumentando su área hasta 150 veces (frente a 16 en humanos) por lo que entra mucha más luz al ojo. Además está capacidad de cambio de área pupilar otorga una adaptabilidad espectacular a variaciones en la intensidad de luz.

Lo segundo es que su ojo, además de ser más adaptable, es más sensible, concretamente 350 veces más sensible que el ser humano. ¿Cómo es eso? En primer lugar porque el ojo es multifocal, es decir, es capaz de enfocar con el mismo ojo a varios puntos distintos: su globo ocular tiene una mayor capacidad de refracción, dirigiendo y concentrando la luz hacia los puntos de la retina que tienen mayor sensibilidad. Así pues, esta capacidad de captación de luz compensa una carencia que comparten todos los reptiles: no tienen bastones. Repaso: los bastones son más sensibles a la luz que los conos pero solo distinguen blanco y negro, mientras que los conos son menos sensibles pero distinguen los colores. Compensando la sensibilidad de la que carecen los reptiles con estas adaptaciones… ¡Los geckos pueden ver en color por la noche!

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Antimosquitos natural

Todas estas habilidades hacen de este animal un formidable cazador de insectos, uno de los mejores antimosquitos naturales, hasta el punto de que antiguamente algunas posadas aumentaban su precio en función del número de salamanquesas que corrían por sus paredes.

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