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La Iberozona: La injusta fama de la Mantis Palo y otros mitos y leyendas de la fauna ibérica

Escrito hace

11 meses

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Antonio Martín, Asociación Iberozoa ¿Qué pensaban nuestros antepasados de distintas culturas sobre los animales y las plantas de su día a día? Hoy vamos a continuar en La Iberozona con algunos de los mitos y leyendas que subyacen a la fauna ibérica: hasta el bicho más insignificante tiene una historia que contarnos.

La mantis palo y su injusto nombre

Hay veces que el propio nombre del animal es el que nos cuenta la historia. La etimología es igualmente interesante: un ejemplo de ello es la mantis palo, conocida como Empusa pennata. El por qué de su nombre común resulta un tanto obvio,  pero el nombre del género, Empusa, se refiere a unas criaturas de la mitología griega similares a ninfas pero con intenciones un poco más deshonestas: son seres asociados al infierno y a Hades que se transformaban en mujeres para seducir a los hombres y después, comérselos. Curiosamente esta es una de las pocas especies de mantis que no realiza esa práctica.

Qué comparten los escarabajos peloteros y el rey egipcio del Sol

Siguiendo con insectos y estrategias de reproducción dudosas, tenemos a los escarabajos, pero concretamente a los escarabajos peloteros. No hace falta irse a África para poder verlos: la presencia de herbívoros y ganado en las dehesas durante cientos de años ha propiciado que existan multitud de especies de nuestros campos, de hecho muchos de ellos son endémicos.

En este caso viajamos al antiguo Egipto: los escarabajos peloteros están omnipresentes en papiros, representaciones y figuras de esta cultura, ya que eran considerados como un amuleto de vida y de poder, de protección contra el mal, llegando a pensar que aquellos muertos que lo portaban podría resucitar. Esta relación tan potente deriva de que es el símbolo con el que se presenta a Jepri, el dios asociado al Sol y también llamado el autocreado.

Antiguamente se creía que los escarabajos era solamente de género masculino y que se reproducían depositando el esperma en una bola de estiércol. La supuesta auto-reproducción del escarabajo lo asemeja a este Dios, que se creó a sí mismo de la nada. Por otra parte, la bola de estiércol rodada por el escarabajo pelotero se asemeja al Sol. Los egipcios creyeron que Jepri renovaba el Sol cada día tras su desaparición en el horizonte.

Escorpio y Orión, cada uno a una esquina

Para terminar con invertebrados tenemos la historia de Escorpio, una historia que en este caso se ve reflejada en las constelaciones. Ubicar esta constelación en el cielo puede ser un poco complicado, pero quizá ubiquéis mejor a su contraparte, el gigante Orión.

Orión fue un gigante mitológico muy fanfarrón cazador que andaba persiguiendo y acosando a las ninfas, por lo que los dioses le mandaron un escorpión gigantesco que se batió en duelo con él.

El resultado fue fatal para ambos. Debido a esta enemistad y para que nunca tuvieran que volverse a cruzar, los dioses colocaron a orión en posiciones opuestas en el cielo, estando Orión en invierno y Escorpio en verano por lo que ambas constelaciones nunca podrán verse juntas.

De cuervos y urracas

Pasamos a las aves para hablar otra vez de algunas transformaciones curiosas. Sin duda, debido a su aspecto e inteligencia, los córvidos han sido una de las familias de aves más llamativas y curiosas. En la mitología nórdica, dos cuervos eran los espías de Odín, volando todos los días y volviendo con noticias frescas sobre todo lo que habían visto y oído en el mundo.

Otra historia curiosa es la de las urracas: en la mitología grecolatina existió un grupo de 9 hermanas llamadas las Piérides. Eran 9 doncellas excepcionales muy conocidas por sus habilidades con la música y el canto. Tan buenas eran que se les subió a la cabeza y desafiaron a las propias musas, quienes encarnan todos estos artes.

Su duelo fue un Operación Triunfo en toda regla, pero los dioses, el jurado, determinaron que ganaron las musas, y como castigo por ser unas charlatanas e inoportunas, transformaron a las Piérides en urracas, un pájaro con un temperamento parecido y un canto que mucho dista del que en su día tuvieron.

Perdix, para no venirse arriba

Otra transformación es la que le ocurrió a Perdix, cuyo resultado ya podemos intuir solo por el nombre. Perdix era inventor, aprendiz de Dédalo, otro inventor de renombre famoso por construir unas alas con cera que acabaron con la vida de su hijo, Ícaro, cuando intentaron acercarse al sol volando.

Esta historia acabó de forma similar: celoso por el nivel que había alcanzado Perdix, le tendió una trampa para tirarlo por un barranco, pero los dioses ante semejante injusticia transformaron a Perdix, pues eso, en perdiz, un ave que anida en el suelo y que no vuela muy alto, para que no vuelva a cometer el mismo error de sufrir una caída libre.

La serpiente y el conejo en la luna

Para acabar con todo este ciclo de celos y drama, como no puede ser de otra forma, sacamos el tema de las serpientes. Esta vez viajamos a otro continente, a Sudamérica, donde una serpiente emplumada, Quetzalcoatl, es el dios supremo de la mitología azteca.

Voy a contar la historia del conejo y la luna, un cuento infantil mexicano: un día el dios Quetzalcóatl decidió bajar en forma humana a conocer México.

Paseó por todos lados, descubrió lugares increíbles y se maravilló con toda su naturaleza. Después de caminar tanto y durante todo el día, se sintió totalmente agotado, así que se sentó a descansar en el campo hasta que cayó la noche. La Luna y las estrellas brillaban majestuosamente cuando comenzó a sentir hambre y exploró buscando qué comer. Sin embargo, no encontraba nada a su al rededor.

De pronto, se encontró a un conejo que estaba cenando. Fue entonces cuando Quetzalcóatl se acercó a él y le preguntó, “¿Qué estas comiendo?”. El conejo le respondió que comía vegetales y humildemente le ofreció un poco. Pero el dios le respondió preocupado que él no podía comer eso y que probablemente moriría de hambre.

Exaltado y horrorizado por la idea de que el dios supremo muriera, el conejo se sacrificó voluntariamente y le dijo que podría comérselo y así seguir su camino. El dios serpiente se sorprendió por la valentía y humildad del conejo, lo acarició y le dijo: serás un conejo pequeño, pero a partir de ahora los seres humanos te verán por la grandeza de tu corazón.

Entonces, Quetzalcóatl lo levantó muy alto hacia el cielo y hasta la luna, en donde quedó estampada la imagen del conejo. Por esta razón una de las manchas lunares más famosas tiene nombre de conejo. 

Esta es una de las muchas historias que contamos en nuestra actividad “El día de las serpientes”, ya que mucha esta admiración por los seres vivos por parte de distintas culturas es un ejemplo que a veces deberíamos inculcarnos nosotros hacia nuestra naturaleza más cercana y menospreciada.

Mitos y Leyendas de la Fauna ibérica, parte 1

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