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Tras las huellas de la sierra

El origen de los topónimos más antiguos de la Comunidad de Madrid

Escrito hace

9 meses

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Para comenzar esta nueva temporada en “Tras las Huellas de la Sierra” vamos a dar una vuelta por el origen de los topónimos de varias localidades de la Comunidad de Madrid, que, como pronto veremos, es de lo más amplio y variopinto. Muchas de las poblaciones que se integran en nuestra comunidad son antiguas y con bastante historia, y de ello participan en notable medida también sus nombres.

Entre los topónimos de mayor antigüedad, anteriores incluso a la época romana, destacan dos de especial interés, cuya explicación, por lo lejano en el tiempo, es discutida y todavía insegura.

Estos son los nombres de dos importantes poblaciones del sur y sureste de la Comunidad: Aranjuez y Arganda. El primero es un topónimo prerromano, no indeuropeo, quizás ibérico, que posiblemente esté relacionado con la forma arantza ‘espino’, vinculada con el vascuence aran ‘ciruela’, ‘endrino’. Y el segundo, Arganda, menos problemático por su «clara» adscripción céltica, forma parte de la no escasa nómina que contiene la base indoeuropea -arg- ‘claro’, ‘blanco’, ‘brillante’, que asimismo se suele encontrar en hidrónimos por la referencia al carácter plateado y cristalino de las aguas.

Siguiendo con los topónimos prerromanos y más antiguos de la Comunidad de Madrid, hemos de mencionar otro de filiación indoeuropea: Alcobendas. Aunque se ha apuntado una posible etimología a partir de una forma alkevindos ‘alce blanco’, es más probable que se trate de un compuesto de benda ‘colina’, apelativo este de una más fácil aplicación toponímica; su valor podría ser ‘colina de ciervos’.

De esa misma lengua prerromana, pero en referencia a una confluencia de ríos, puede proceder Complutum, nombre de la conocida localidad de tiempo de los romanos, situada junto a Alcalá de Henares. El topónimo no ha pervivido, pero sí se mantiene hoy como derivado en el gentilicio de la ciudad cuna de Cervantes, y, además, en el adjetivo empleado para denominar la mayor universidad de España, la Universidad Complutense. 

La explicación de ese hecho reside en que esta universidad madrileña es heredera de la histórica Universidad de Alcalá, trasladada en el siglo XIX a Madrid y llamada, por ello, ya en la segunda mitad del siglo XX, complutense. La nueva Universidad de Alcalá, surgida modernamente, pero ubicada en el lugar de la histórica complutense, no pudo después ya recuperar el «prestigioso» gentilicio en su nombre oficial.
El nombre de Alcalá, sin embargo, es de origen árabe (ár. al-qal’at ‘el castillo’), y se corresponde con un asentamiento distinto de la población, en lugar elevado, durante el dominio musulmán. Alcalá es un apelativo frecuente que se repite en el nombre de distintas poblaciones españolas, las cuales, por ello, suelen necesitar un complemento toponímico para distinguirse; el de Henares viene dado por el río, afluente del Jarama, que pasa por la localidad.

Otro topónimo de población importante que comienza por Al- es Alcorcón. Conviene advertir de que ese comienzo en Al- no es equivalente siempre de origen árabe; es algo que ya hemos comprobado en Alcobendas, y aquí podemos estar ante otro caso más. En principio, el nombre de Alcorcón, aunque de procedencia discutida, pudo haberse formado a partir de una base -corcu/qorq, derivado del lat. quercus ‘encina, roble’. El topónimo no sería, por tanto, de étimo árabe, pero sí habría recibido la influencia de esa lengua al haber adoptado el artículo Al-. Sería, en definitiva, un topónimo híbrido.

Las denominaciones de lugares habitados que toman como base nombres de árboles no escasean, y, de entre esos nombres, son especialmente prolíficos los de robles y encinas, pues son especies presentes desde antiguo en el territorio hispánico y en esta zona en particular. El Escorial (aesculiale, derivado colectivo del latín aesculus ‘roble’), o Cerceda y Cercedilla (a partir del lat. quercetum/-a ‘encinar’) son otros ejemplos.

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