Tras las huellas de la Sierra: El origen de leyenda de Peña Citores y Dos Hermanas

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RedacciónGuillermo Herrero, responsable proyecto toponimia de ADESGAM.- En el cordel de Peñalarala (pico más alto de la Comunidad de Madrid con 2.428 metros) aparecen dos topónimos que encierran una curiosa historia sobre el origen de sus nombres. Se trata de, por un lado ,Peña Citores, pico de 2.181 metros, y de, por otro lado, las Dos Hermanas, que son dos picos cuyas cimas están en el límite entre la Comunidad de Madrid y la provincia de Segovia. La Hermana Mayor es el pico más alto de los dos, y tiene una altura de 2.285 metros. A 670 metros al sur de este pico está la Hermana Menor, con una altura de 2.271 metros.
La historia que nos ocupa la relató oralmente un pastor y es imposible asegurarnos de que sea real. Según contó el aquel hombre esta leyenda la aprendió de una “vieja vecina del caserío de Valsaín”. Y este fue su testimonio:
Hace muchos años, no se sabe cuántos, vivían en el pinar, junto a la confluencia de dos arroyos, en sitio encantador que aún hoy existe, dos hermanas nombradas Raimunda y Leocadia. Raimunda tenía seis hijos de tierna edad y era viuda y Leocadia estaba soltera y poseía una hermosura que admiraba a cuantos la contemplaban.
Un maravilloso día de primavera, un rey, no se sabe cuál, andaba de caza, junto a otros nobles caballeros, por los laberintos de los pinares de la sierra de Guadarrama. En su ansia por cobrarse una pieza, el rey, se alejó de sus acompañantes a galope tendido sobre su corcel.
Durante la carrera, el caballo tropezó y cayó al suelo, lanzando de su grupa al jinete que portaba. Por casualidades de la vida, Leocadia, la joven pastora, presenció el suceso y corrió a socorrer al infortunado creyéndole un caballero extraviado en la espesura del bosque.
Nada más verla, el rey se quedó prendado de la pastora y ella no dudó en corresponderle, cegada por sus modales y ricas vestiduras. Advertido por los ladridos de los sabuesos, el monarca comprendió que la comitiva se acercaba al lugar donde se encontraban los enamorados y eso supondría su separación definitiva.
Con elocuentes palabras y ocultando su verdadera naturaleza, el rey pidió a la pastora que le revelara el lugar en el que se encontraría al llegar el mediodía siguiente. La bella doncella acordó acudir a su encuentro en la cima de la montaña.
Al día siguiente la zagala esperaba en las altas rocas, inquieta, cuando llegó el rey montado a caballo. Desbordada por la imagen que tenía ante sus ojos, Leocadia sintió temor al abrazarle y se echó a llorar. Comenzó entonces a rogar a la Virgen que la rescatara de esa situación que se le presentaba insoportable.
Fue entonces que del cielo bajaron dos querubines resplandecientes que usaron su magia para que el rey y Leocadia cayeran a tierra sumidos en un sueño, despertando muchos años más tarde el rey, en su palacio, lleno de arrugas y de canas, y Leocadia, en una celda de un monasterio entre guirnaldas de silvestres rosas, peonías y ramas de lirios, nardos y violetas. La cumbre de la montaña donde se obró el prodigio, y después toda la montaña, fue conocida con el nombre de Peña citó-rex (donde se citó con el rey), en memoria de aquella historia de un amor imposible, siendo también bautizado el sitio encantador donde confluyen dos cristalinos arroyos, y en el cual habitaron Raimunda y Leocadia, con la denominación de Dos Hermanas. De esta forma, nuestros protagonistas siempre serán recordados en la Sierra de Guadarrama.
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