Tras las Huellas de la Sierra: Un repaso por la historia de la Comunidad de Madrid (parte 1)

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RedacciónGuillermo Herrero, responsable de toponimos.es.– La historia de Madrid no es cosa sencilla. A lo largo de los siglos ha sido aldea, villa, ciudad de descanso de reyes, capital y, en la actualidad, la Comunidad Autónoma más joven del Estado.
Son muchas las poblaciones que forman parte de esta Autonomía con una historia muy ligada a la trayectoria de Castilla.
Fortaleza defensiva de los musulmanes
Pero, como todas las historias, lo mejor será empezar por el principio, y cuando nos referimos a Madrid, el verdadero principio se sitúa alrededor de la segunda mitad del siglo IX, cuando Muhammad I, hijo de Abderramán II, elige la zona donde hoy está situada la ciudad para levantar una fortaleza defensiva contra los ataques cristianos.
La historia de Madrid comienza en la Prehistoria
Aunque, será mejor ir un poco más atrás, a la prehistoria, hace unos 200 mil años, cuando el valle del Manzanares estaba poblado por cazadores que perseguían caballos, toros salvajes, ciervos e incluso elefantes e hipopótamos. Estos cazadores nómadas del Paleolítico dieron paso a una vida más sedentaria durante el Neolítico. De ambas épocas se conservan restos de las herramientas usadas por estos antepasados que, sin embargo, no llegaron a fundar ningún enclave permanente.
Época romana en la historia de Madrid
Ya en la época de los romanos, Madrid no existió más que como zona de tránsito, aunque Complutum, la actual Alcalá de Henares, fue una ciudad poderosa durante muchos años. Con los visigodos, la región perdió́ importancia y su población se dispersó en pequeñas aldeas, aunque Alcalá de Henares fue designada sede episcopal en el siglo V, y recuperó su esplendor durante el Siglo de Oro, convertida en foco de cultura.
Así pues, la villa de Madrid nació como un núcleo de población musulmana en los tiempos en que los mahometanos ocupaban gran parte de la península.
Mayrit o Magerit, como la denominaban entonces los cronistas árabes, fue escogida por su estratégica situación. Situada en una zona elevada, con un río, el Manzanares, que aportaba el suministro de agua, rodeado de tierras aptas para el cultivo y con bosques con madera suficiente para la leña y la construcción de viviendas, la ciudad vivía a la sombra de otras ciudades por aquella época mucho más importantes, como Córdoba o la misma Toledo.
Mayrit tenía peso como fortaleza militar, destacando en su defensa de Toledo por delante de otros dos enclaves militares de peso. La población era mayoritariamente guerrera y religiosa, aunque con el tiempo fueron llegando mercaderes, artesanos y campesinos que aseguraban el abastecimiento de la naciente villa.
Fue a mediados del siglo XI, dos siglos después de la construcción del alcázar, cuando Madrid alcanzó su máximo esplendor islámico, gracias a los pactos de no agresión entre el rey musulmán de la Taifa de Toledo y el monarca castellano.
Se produjo un aumento de la población civil y la fama de la fortaleza madrileña dio paso a la fama de su mercado, situado en el exterior de las murallas, las primeras de su historia.
La vuelta a manos cristianas
Fue en ese mismo siglo, en el año 1083, cuando el rey castellano Alfonso VI arrebató la ciudad a los árabes, según algunas crónicas gracias al pacto secreto que realizó con el monarca musulmán Alcadir a cambio de ayudar a este a ganar el reino de Taifa de Valencia.
También cayeron Alcalá, Talavera y Oreja, de forma casi automática, y Toledo, la capital de la taifa. Todas estas poblaciones se anexionaron al reino de Castilla.
Bajo el reinado cristiano, Madrid se convirtió en una población mayoritariamente mudéjar, que era como se llamaba a los musulmanes que habitaban bajo control cristiano.
La repoblación cristiana de la zona quedó suspendida durante el periodo de irrupción de los almorávides en la península. Los almorávides eran guerreros africanos, fieles seguidores de los principios islámicos, que llegaron a auxiliar a los reinos de taifas andalusíes en su lucha contra los castellanos.
En el año 1110 Madrid volvió a manos musulmanas, aunque por poco tiempo, pues los almorávides fueron perdiendo terreno y a mediados del siglo XII la zona de la meseta central, la Marca Media, volvió a manos cristianas, incluida Madrid, que quedó definitivamente integrada en Castilla.
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